viernes, 16 de julio de 2010

KENSHO FURUYA 6

KENSHO FURUYA

*ENSEÑANZAS PARA LA MENTE DIARIA

Como profesor de Aikido me gusta conocer y recordar que el 26 de abril de 2008 se cumple el 39 aniversario de la muerte de Morihei Ueshiba, O’sensei, el fundador del Aikido. En cierta ocasión y para conmemorar este aniversario tan especial, mi escuela tuvo el honor de contar con la presencia del director de la academia IMB Richard Bustillo. Algunos días atrás el señor Bustillo visitó mi escuela y tuvimos una charla de lo más productiva.
Entonces hablamos sobre el entrenamiento en Artes Marciales y la conversación estuvo dominada por temas como la velocidad, la precisión y la fuerza. Durante esta conversación con Bustillo, le pregunté “¿Cuál es la cualidad más importante en el entrenamiento? El respondió inmediatamente “la actitud”.
En general, cuando un estudiante decide inscribirse en una escuela de artes marciales, vienen con una lista de sus experiencias previas así como del número de artes que han practicado y sus grados en estas diferentes disciplinas. Pocos son los que abren la puerta y simplemente dicen por favor, enséñeme.
En las Artes Marciales, es sabio mantener la actitud o el estado de “mente del principiante”. Una vez que empezamos a pensar que dominamos un arte, provocamos un pequeño cortocircuito en nuestro profundo entendimiento del mismo. Las artes marciales son siempre una cuestión de corazón, es fundamental mantener un entrenamiento continuo hasta nuestros últimos días. Tanto como avancemos en nuestro entrenamiento, habrá siempre alguien a lo largo de este camino que irá muy por delante de nosotros.
Como ejemplo y a referencia de esto, soy una persona que me gusta profundizar y conocer la cultura Samurai, por lo que no satisfecho con la “simple” sabiduría que te da un libro en las artes de los Samurai, decidí hace unos años ser estudiante de nuevo y comenzar el entrenamiento en la ceremonia del té.
Con más de 30 años como instructor de artes marciales, yo estaba acostumbrado a ser reconocido como profesor en mi entorno. Pero cuando conocía a Madame Sosei Matsumoto de Los Ángeles, California, quien recientemente adquirió el alto grado de la escuela de Té Urasenke, en este país, me comentó: “... Recuerdo enseñar a su abuela hace 40 años”. Al igual que otro profesor que me enseñó que tenía 86 años y con una carrera de enseñanza que superaba ya los 65 años. Este profesor comenzó a formar estudiantes antes de que mi padre naciera. Innecesario decir que estudiando bajo tales profesores ha sido abrumadora pero increíblemente enriquecedora la experiencia de ser alumno de nuevo.
La cuestión es que un experimentado profesor debe ser por norma siempre humilde y a la vez un poco impaciente por aprender.
Es importante ver nuestro arte marcial como algo “integral” y no necesariamente como algo “especial” dentro de nuestras vidas. Una vez que damos a nuestro entrenamiento un trato diferente al que le damos al resto de actividades de nuestra vida diaria, éste se separa de nuestra “vida”.
Por ejemplo, lavarnos los dientes no es una parte especial de nuestra vida, pero es necesario hacerlo y lo hacemos diariamente varias veces. No somos “expertos” o “maestros” en cepillarnos los dientes y por eso dejamos ya de hacerlo. Entrenar artes marciales puede ser visto desde el mismo punto de vista. No debería ser una parte “especial” pero si una parte necesaria en nuestra vida diaria. Esto hace referencia a “la mente diaria” la máxima de la maestría en las artes marciales.
Un joven monje preguntó al maestro de Zen:
-¿Cuál es el aspecto más importante de la práctica?
¿Acabas de comer?- Contestó el maestro de Zen-.
Sí – Respondió el joven monje-.
Entonces ve y lava tu taza –Fue la respuesta del maestro-.
El significado de esta parábola es que la práctica nunca puede ser separada de las esenciales actividades diarias. De hecho, nuestras Artes Marciales deben ser uno con nosotros, no algo fuera de nosotros como algo que tratamos desesperadamente de agarrar.

“Cuando piensas que lo has conseguido, en ese mismo momento ya lo has perdido”

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