*""UN HÉROE MÍTICO""
*De entre los ochenta hijos del emperador Keiko, los dos más jóvenes, que eran gemelos, destacaban por lo noble de sus modales y su belleza física. Eran idénticos en todo, y sólo se diferenciaban en un aspecto de su carácter, pues el más joven era bruto e implacable, y a veces incluso impetuoso. Un día, después de que el mayor de los gemelos no se presentase a la cena varias noches seguidas, el padre le preguntó a su hermano menor si sabía dónde podía estar. Entonces, le instó a que hiciera saber a su hermano lo disgustado que estaba y que en adelante esperaba verlo sin falta todas las noches, ya que confería una gran importancia a las comidas como ocasión para tratar asuntos de relevancia con sus hijos y sus vasallos en general.
Cinco días más tarde, el mayor de los gemelos todavía no había reaparecido. Keiko no pudo ocultar su disgusto, así que mandó llamar al menor de los gemelos y le preguntó si había hablado con su hermano, tal como le había ordenado. El joven le respondió que en efecto, así lo había hecho, y además sin rodeo alguno. Al oír decirle semejantes palabras, una sombra recorrió la mente del padre, quien le preguntó qué quería decir con eso. Entonces el hijo le dijo sin alterarse para nada que se había desecho de su hermano en las dependencias del palacio tan pronto como hubo regresado de su escapada nocturna. En concreto, se había abalanzado sobre él por sorpresa y después de matarlo, lo había despedazado y se había desprendido de sus restos de modo que nunca más pudiera volver a faltar nuevamente el respeto a su querido padre.
Consternado ante la brutal lealtad de su hijo, el emperador decidió buscarle una utilidad práctica a la misma y al final optó por enviarlo a Kyushu para detener a una banda de salteadores que estaba causando estragos en esta isla. Antes de partir, el joven príncipe realizó varios sacrificios en los templos para ganarse el favor de la diosa Amaterasu en su expedición.
Su tía, que era una suma sacerdotisa en uno de esos templos, se emocionó al enterarse de la misión que le habían encomendado a su sobrino y le entregó una prenda de la mejor seda que le daría buena suerte siempre y cuando la llevase en todo momento consigo.
Una vez realizadas todas las ofrendas, el joven príncipe emprendió la marcha acompañado de su hermosa esposa Ototachibana y un grupo de leales hombres armados. Cuando llegaron a la isla, descubrieron consternados lo ambicioso de la misión, ya que los enemigos eran muy numerosos y el terreno sumamente agreste. Enseguida se dio cuenta el joven príncipe de que no tenía sentido entablar una batalla convencional, pues además de la superioridad del enemigo, su desconocimiento de la orografía de la isla no podía sino conducirlos a una derrota segura. La única solución que vio fue atacar en secreto al corazón mismo de la banda rebelde, esto es, a Kumaso, su cabecilla, aunque no era ésta tampoco una empresa sencilla en absoluto, ya que podía encontrarse en cualquiera de los innumerables grupúsculos rebeldes que infestaban el infranqueable interior de la isla. Pero, gracias a un golpe de suerte, el joven príncipe supo que el enemigo había construido un recinto para celebrar banquetes y que precisamente estaban preparando uno de grandes dimensiones.
Consciente de que tenía ante sí una oportunidad inmejorable que no podía desaprovechar, Yamato-takeru mandó que le trajeran la prenda que le había entregado su tía y, después de bañarse y perfumarse, pidió a su esposa la princesa Ototachibana que le ayudara a colocársela. Entonces se soltó el cabello y lo recogió con una hermosa cinta, se puso unas cuantas joyas, un poco de pintura en la cara y al final el joven príncipe se convirtió en toda una doncella. El salón donde se celebraba el banquete se hallaba rodeado de tres filas de bandidos armados hasta los dientes, pero ante una fuerza como ésta capaz de hacer temblar a cualquier ejército, nada tenía que temer una hermosa muchacha como ella, a quien obviamente nadie pidió acreditación alguna. Así, tras ser recibida con los brazos abiertos en el banquete, Kumaso insistió en que le acompañara. El príncipe, perfectamente instruido de manos de su hermosa esposa en el arte de la seducción femenina, simuló a la perfección el papel de doncella educada, de modo que no le fue difícil ganarse la voluntad del cabecilla de los bandidos con unos cuantos parpadeos y unas miradas provocadoras.
Anonadado ante la presencia de tan maravillosa mujer, Kumaso ansiaba estar a su lado y copa tras copa la llamaba por el mero deseo de tenerla junto a sí. Al poco, el bandido acabó sumido bajo los efectos del alcohol, tal como ya lo había hecho ante los encantos de la joven. Dominado por la pasión, se arrimó a la muchacha para ver cómo se desabrochaba la ropa, pero para su sorpresa en lugar de unos pechos desnudos vio el frío metal de un arma que resplandeció por un instante a la luz de las velas del salón. Al punto Kumaso se dio cuenta, ya demasiado tarde, de que había sido engañado y la supuesta doncella le hirió mortalmente con la daga. Consciente de que estaba a punto de fallecer, Kumaso le preguntó a su asesino quién era y de dónde venía, y entonces el joven príncipe le reveló su verdadera identidad. En ese momento el cabecilla de los bandidos le pidió ponerle un nuevo nombre, en honor a su ingenio y habilidad. Desde ese día, le dijo al príncipe, todos, incluido él mismo, habrían de tenerlo como el más valiente y fuerte de todos los hombres del país, y pasaría a llamarse Yamato-takeru, el hombre más valiente de todo Japón. Por último, tras reconocer que se había equivocado, Kumaso murió.(NY 1ºDAN DE AIKIDO)
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